En nuestro país, el partido con más militantes inscritos, el PPC (273 819 militantes), casi no aparece en las encuestas, mientras que el ‘partido’ que tiene menos militancia inscrita, el fujimorismo (4173 militantes), lidera las intenciones electorales al 2016. ¿Qué tan importantes son los militantes para un partido? Veamos.

A la Izquierda, le señalan, por ejemplo, que su poca capacidad para atraer a las mayorías se debe a que no renueva ni liderazgos, ni discursos. Cuestión un tanto injusta si vemos los resultados de las lecciones internas del Frente Amplio. Pero, ¿es frecuente la renovación en nuestro espectro político? ¿Se puede decir, por ejemplo, que PPK, como García o Toledo, son unos imberbes políticos o íconos del cambio generacional? ¿Será algún día Acuña renovable en APP? ¿Puede el “partido PPK” renovarse sin las letras “PPK”? ¿Alguien que no apellide Fujimori dirigirá al fujimorismo? Es un hecho que el principio de la renovación no es aun bienvenido. Al contrario, la dependencia con el caudillismo político ha hecho metástasis en pequeños señorazgos regionales y locales.

Algo similar, sucede con los discursos. Nada nuevo hay tras el discurso neoliberal y primario exportador de la no-Izquierda. Apelar a la dependencia exclusiva de las rentas extractivas es propio del siglo XVII. Asimismo, “incentivar las inversiones” precarizando las condiciones laborales y medioambientales son autogoles históricos que ningunean la civilización del Derecho y la razón.

Sin embargo, hay que reconocer que el discurso despolitizado del “salvo el mercado, el resto es ilusión” es aun dominante -aunque algo desgastado- para los de arriba y los de abajo. Esto es miel para los oportunistas electorales. A ellos, el márquetin los prepara para que se desdigan de lo dicho, se olviden de lo hecho, y prometan lo que no harán.