Hay quienes señalan que la pregunta vargallosiana a través Zavalita, “¿en qué momento se jodió el Perú?”, no encarnaba realmente a este país, sino que fue emitida por quien estaba pensando y sintiendo Lima. Sin embargo, otros nos recordarán a Valdelomar y su vigente sentencia “el Perú era Lima” (y en gran parte lo sigue siendo). Recientemente, el Perú jodido de Zavalita ha vuelto tras una entrevista que el diario español El País le hizo a Kuczinsky, quien ha dicho que “desjoder al Perú cuesta plata”. La acepción que estamos asumiendo de “estar jodido” es la de “estar arruinado” (RAE).

¿Se desjode al Perú con plata? En su discurso presidencial, Kuczinsky nos ha planteado la idea de alcanzar la modernidad para llegar al bicentenario. Los fujimoristas se equivocan o mienten, cuando le increpan que no haya dicho el cómo (lograrlo). La forma sigue siendo el modelo implantado por A. Fujimori. ¿Alguien sabe de otra receta que no sea la del crecimiento basado en la exportación de materias primas, así como la precarización laboral y medioambiental? ¿No se celebró acaso que Keiko y PPK pasaran a la segunda vuelta como sinónimo de que el cómo funcionaba?

Para Kuczinsky, los problemas del Perú no pasan por el debate ideológico, pues asume que solo el crecimiento desjoderá al Perú. Por eso, cuando sucedió lo de Conga, su receta fue la de distribuir el canon en fajos de dinero a los cajamarquinos. Pero el crecimiento como modelo de desarrollo también tiene su corazoncito ideológico, como por ejemplo, situarlo como fin en sí mismo, y al medio ambiente o a los pueblos como sacrificables ante tal fin. En otras palabras, y me remito a las pruebas, se puede crecer y joder a la vez.